domingo, 23 de octubre de 2016

Media vida en el hipódromo

Darío Conticello dedica gran parte de su tiempo a los caballos y las carreras. 





Jornada calurosa en el Hipódromo de Tucumán, llega el horario del primer premio. Un minuto y seis segundos después, Petit Halo cruza el disco y se queda con el primer lugar. Con la misma velocidad se vé trabajar a Darío Conticello para poder tener la planilla y el resultado definitivo.

"El que falla sobre el resultado de una carreras de caballos". Es lo que se puede encontrar cuando uno busca alguna definición de Juez de Raya. Sin embargo, lo que menos puede hacer es errar, aunque sea humano. Con la ayuda de una cámara de video y otra de fotografías, se debe brindar la certeza a los cientos de apostadores que se frotan las manos a un costado de la pista principal.

Darío cuenta como es su labor durante las competiciones y en los días previos: "En las carreras hago el control de la llegada de los caballos en el disco. Por otro lado, en las jornadas previas recibo las inscripciones de los caballos, los que llegan y nó a correr, después se realiza el sorteo, la confección del programa y se lo envía a la imprenta".

Pese a no parecerlo, ser juez de raya no es nada fácil, porque la gente más allá de ir a pasar un buen momento, también intenta ganarse unos buenos pesos. "Es una tarea muy importante, porque están los apostadores que pasaron por el remate y las ventanillas, siguiendo a los caballos. Hay mucho dinero en juego", afirma.

Por último, el hombre de 34 años relata como fue su llegada al cargo que hoy ocupa: "Toda mi familia está vinculada a esta pasión. Tuve la suerte de entrar a trabajar gracias a mi padre. Él ya está jubilado y actualmente es cuidador de ejemplares de carreras. Yo también le colaboro con eso, desde hace 16 años que estoy en la actividad".
 

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